sábado, 8 de septiembre de 2007

Nota en Cultura BA 6/7

Bien criollo y bien porteño

Desde su taller de Caballito, el autor del más completo estudio sobre esta forma de expresión artística revela el atractivo de un arte injustamente considerado “menor”. Que, sin embargo, ahora atrae a buena parte de la dominante maquinaria publicitaria.

Si alguien dudara de la predestinación podría consultar el derrotero de Alfredo Genovese: después de pasear el mundo y entrometerse en las alturas de la plástica y las letras recaló en Buenos Aires para abrazar ese otro “arte menor” o artesanía: el filete. Antiguo y marginal como el tango en sus orígenes, el filete constituye la apostatía de la pintura, la encarnación de la herejía. Tanto, que muchos de sus conspicuos iniciadores ocultaban ese “bajo placer” de arabescos simétricos en el fulgor del gran arte. Alfredo tal vez sea el primero que, además de haber sacado “chapa” de artista, se ha ocupado de reunir iconografía e información, y compendiarla en el Tratado de Fileteado Porteño, primer compendio didáctico que lo convierte en sostén de la actividad como tal. Si otros han iniciado el filete con talento, él sumó el propio y el austero trabajo de estudiarlo y divulgarlo, arduo camino de agujas y malos espíritus esbozados en el dudoso canon del arte, terso espejo detrás del cual germina lo real y trascendente.
Desde su cálido taller en Caballito, Alfredo trabaja, crea y enseña los secretos del filete. Lejos de toda pose, se entusiasma frente al interés ajeno sobre este modo distinto de hacer arte, dejando de lado su propia figura y aun su vocación de fileteador, para colocar en el centro del escenario el objeto filete, la creación; como si advirtiera que ese enjambre de trazos multicolores fuera el verdadero protagonista y trascendiera su propia esencia creativa integrándose a la intemporalidad del arte.
Con una prolijidad de carro fileteado, sobre su mesa de trabajo se entremezclan frascos, colores y pinceles respondiendo dóciles a su mano hábil y serena. Como si bailaran rítmicos valses, dedos y cerdas coloreadas se mueven definiendo curvas y contornos, las yemas de los dedos afirmando detrás del pincel cada trazo.
Ya no hay carros y pocos son los camiones y colectivos que acuden al filete, pero hay un fenomenal aparato comercial que comienza a reclamar esta otra expresión “marginal” para ornamentar sus productos (carteles, ropas, calzado, etc.), alternativa que aún eriza la piel de los clásicos. Los muy desmemoriados olvidan que Andy Warhol trascendió pintando envases de sopa y esculpiendo cajas de supermercado.


Escrito por Osvaldo Perez Echegaray para el boletin de la semana en Cultura BA

http://www.registrocivil.gov.ar/areas/cultura/al_dia/cultura6.php?menu_id=20276

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola señor Genovese, déjeme decirle que me encanta su obra, yo soy una estudiante de Ecuador, de diseño gráfico, estoy en la universidad ub de argentina.He tomado el tema del fileteado porteño como tema de mi tesis, y me voy a basar en entrevistas, me encantaria saber si mas adelante cuando disponga de tiempo pueda ayudarme con una pequeña entrevista, asi tambien la voy a complementar con sus libros entre otras cosas.Bueno. espero su respuesta muchas gracias...